sábado, 4 de julio de 2009

En este espacio encontrarás la introducción con 4 textos fundamentales para tener una visión más amplia que sostiene el trabajo que realizo. "Los 7 colores del Clown" es un curso (3 meses) donde se integra la pedagogía teatral con la psicoterapia. En el universo terapéutico, "El arte de soltar", encontrarás el trabajo de terapia espiritual a nivel individual. "La búsqueda de El Loco" es un taller grupal (3 días) que integra el teatro (clown-bufón) con la terapia y el tarot. En Creación, "El mago y su poesía" como su nombre ya dice es mi obra en poesía y "Los colores del Místico" es mi obra en pintura.

miércoles, 24 de junio de 2009

El Camino del Tantra

"La gente inmadura que cae en el amor destruye la libertad del otro, crea servidumbre, levanta una prisión. A menos que un hombre y una mujer sepan lo que es estar en silencio, a menos que puedan estar sentados juntos en un profundo silencio, no pueden fundirse en el ser del otro. Es posible que sus cuerpos logren penetrarse, pero sus almas permanecerán separadas. Y cuando las almas se encuentran hay comunión, comprensión. Vuestro amor se tornará más profundo a medida que vuestras meditaciones se ahonden y al revés; a medida que vuestras meditaciones florezcan, vuestro amor también florecerá. Por lo general, no estáis conectados con vuestra pareja en la meditación. Nunca os sentáis juntos en silencio durante una hora para sentir la conciencia del otro. O bien estáis peleándoos o bien estáis haciendo el amor, pero en ambos casos estáis relacionados con el cuerpo, con la parte física, con la biología, las hormonas. No estáis relacionados con el núcleo más hondo del otro. Vuestras almas permanecen separadas. En los templos y en las iglesias y en los tribunales sólo vuestros cuerpos se casan, vuestras almas se encuentran a kilómetros de distancia.
Cuando vuestro amor es al mismo tiempo amor y meditación, os convertís en compañeros de viaje. Entonces deja de ser una relación corriente. Entonces se convierte en una amistad en el camino hacia el descubrimiento de los misterios de la vida.
Una sola cosa debéis recordar: sin meditación, el amor está destinado a fracasar. No existe posibilidad de que sea un éxito. Podéis fingir y engañar a otros, pero no podéis engañaros a vosotros mismos.
Sólo con la meditación el amor empieza a adquirir colores nuevos, música nueva, canciones y bailes nuevos, porque la meditación os proporciona la percepción para comprender el polo opuesto, y con esa misma comprensión desaparece todo conflicto.
El hombre occidental se pierde el florecimiento de la vida porque no conoce nada sobre la meditación, y el hombre oriental se la pierde porque no conoce nada sobre el amor. Y para mí, tal como el hombre y la mujer son mitades de un todo, lo mismo sucede con el amor y la meditación. La meditación es el hombre, el amor es la mujer. En el encuentro de la meditación y el amor está el encuentro del hombre y la mujer. Y en ese encuentro creamos al ser humano trascendental, que no es ni hombre ni mujer."

Osho, La Danza de las Energías

miércoles, 10 de junio de 2009

El zen, la última revolución

"El zen no es una teología, es una religión. Una religión sin teología es un fenómeno único. Todas las demás religiones existen alrededor del concepto de Dios. Cuentan con una teología. Para el zen el hombre es el objetivo, el hombre es el fin en sí mismo. Dios no es algo que esté por encima de la humanidad, sino que Dios es algo oculto en la humanidad. El ser humano lleva a Dios en sí mismo como potencial.
El zen dice que Dios no es extrínseco a la religión, sino intrínseco. No está allí sino aquí. De hecho para el zen no hay allí, sino que todo es aquí. Dios no es entonces, sino ahora y no hay otro tiempo. No hay otro espacio ni otro tiempo. Este momento lo es todo. En este momento converge toda la existencia, todo está disponible. Si no puedes verlo, eso no significa que no sea así, simplemente quiere decir que careces de la visión para verlo.
La oración es irrelevante en el zen. ¿A quién rezar? La vida se mueve en una armonía por sí misma, no hay nadie fuera de ella que le dé órdenes. Cuando existe una autoridad externa se crea una especie de esclavitud.
La teología es una porquería y por su causa las religiones han acabado envenenadas. Una persona auténticamente religiosa carece de teología. Sí, tiene la experiencia, la verdad, esa luminosidad especial, pero no teología.
El zen corta todo esto de raíz. Destruye todo el asunto de los sacerdotes. El sacerdote no sabe, pero continúa predicando, el teólogo no sabe, pero continúa pergueñando teorías.
El zen mira a la humanidad con una visión íntegra, indivisible. Su mirada es total. Por eso digo que el zen es la religión del futuro. La humanidad va avanzando lentamente hacia una conciencia que prescindirá de la teología y la religión se aceptará puramente como una experiencia.
El zen no es conceptual, no intelectual. Es la única religión del mundo que predica inmediatez, inmediatez momento a momento, ni en el pasado, ni en el futuro.
El zen no es una filosofía, sino poesía. No propone, sino que simplemente persuade. No discute, simplemente canta su propia canción. Es estético hasta la médula y para nada ascético.
Al zen le interesa muchísimo la belleza. La filosofía está orientada hacia la cabeza, la poesía es total. La poesía fluye más, la poesía se ocupa más de la belleza. El buscador zen mira en la realidad para hallar lo bello, en el canto de los pájaros, en los árboles, en la danza de un pavo real, en las nubes, en los relámpagos, en el mar, en la arena. Intenta buscar la hermosura.
El zen es pasivo, por eso en el zen sentarse se convierte en una de las meditaciones más importantes; sólo sentarse, "zazen". Cuando el zen dice sólo sentarse, quiere decir sólo sentarse, ni siquiera un mantra.
La gente zen dice que si solamente te sientas, sin hacer nada, las cosas empiezan a ocurrir por sí mismas, no necesitas ir tras ellas, ni ellas buscarte a ti. Si puedes sentarte en silencio, si puedes caer en una tremenda quietud, si puedes relajarte, si puedes abandonar todas las tensiones y convertirte en un estanque silencioso de energía, sin ir a ninguna parte, sin buscar nada, Dios empieza a verterse sobre ti. Dios viene a ti desde todas partes. Sólo sentado, sin hacer nada, llega la primavera y la hierba crece por sí misma."

El sendero del Zen, Osho.

martes, 9 de junio de 2009

¿Qué es la meditación?

Es muy importante saber que en occidente no existe la tradición de la meditación. Lo que sabemos sobre ella es vago, banal. Apenas ideas. Todas las religiones están fundamentadas en creencias, en un dogma. Esto es lo hermoso y trascendental de la meditación; te va convirtiendo sutilmente en un hombre religioso, sin creencias. Y es que ser religioso es volverte cada día más sensible, es recuperar tu asombro, ver el sol y llorar, recibir la noche en la copa de tus ojos. Volverte poeta. Es mucho más que todo esto, pero por aquí comienza el camino. Donde hay lágrimas, ahí es el final de la mente y el inicio de la meditación. La meditación es el camino hacia tu propio corazón, hacia casa, el hogar que eres tú y llevas a todas partes. El problema ha sido la mente, que busca en el exterior, en el futuro, que extraña el pasado y sufre. La meditación es aprender a estar en presente, aquí, con todo lo que aquí es y está, cuando caes en presente te das cuenta de la divinidad que somos todos. Los conflictos se acaban, tus problemas son tan pequeños. Y esta visión te permite jugar con más flexibilidad el juego de la vida, en las relaciones, en tu trabajo. Te das cuenta de las cosas que son transitorias y añoras encontrar lo que nunca muere que tú eres. La meditación es ir hacia allá.
La meditación te enseña a morir. Porque morir es el fin de la vida, y no porque la vida se acabe sino porque es el fin, su propósito.
La meditación te hace percibir cada día con mayor profundidad la belleza de las cosas grandes y de las cosas pequeñas que ocurren en cada momento. Te convierte en una persona comprensiva, atenta, porque aprendes a escuchar. También, después de conocer la meditación me di cuenta de que todas las drogas son inútiles, solamente sirven para esconder heridas.
Eso sí, hay que aprender el arte del no-hacer, esto es la meditación. Hay que poner en orden la relación contigo mismo, aprender a mirarte con los ojos de un padre y una madre sanos, y no como fueron tus padres contigo. Hay que tranformar el trato contigo mismo y entonces podrás comenzar a meditar.
La mente tiene muchas expectativas y meditar es hacer algo muy simple, algo como mirar adentro de ti, ese espacio oscuro, donde al parecer no hay nada. Por eso primero hay que recuperar la sensibilidad, hacer un poco de terapia, expresar toda la energía que has reprimido, desarrollarla, llorar mucho, rendirte y domar al ego, y entonces te sientas a meditar y miras ese espacio oscuro como si estuvieses observando a la amada, al amado, colmado de ti, enamorado, y a veces lloras y lloras porque habías dejado de amarte tantos años, y despúes viene el silencio, el calor el sostén de tu morada. Y te sientes completo, comprendes el sentido de la vida, de la tuya. De la de todos.
Entiendes el movimiento de la vida, hacia donde vamos.

¿Para qué hacer terapia?

Desde hace tiempo comencé mi carrera artística en el teatro. El arte comenzó a devolverme la sensibilidad con la que llegué al mundo, la cual tuve durante mi infancia. Sin embargo hubo un momento, no sé si fue en la adolescencia o en los últimos años de mi niñez, pero me perdí, dejé de sentir el corazón del universo. Me perdí porque la sociedad, las escuelas, la familia, los amigos, en fin, la atmósfera que me rodeaba ejerció tanta presión sobre mí, sobre mi ritmo natural, mi libre fluir con la existencia, diciéndome sutilmente lo que debía de ser, lo que debía de hacer, todo en contra de mi autenticidad, todo en contra del amor a la vida. Quería pintar, bailar, hacer música, actuar, pero esto ninguna escuela me lo ofreció. Hasta que llegué a la edad adulta y tuve un atisbo de conciencia, ví cuán lejos me encontraba de mi esencia. Entonces el teatro! Unos años más tarde observé que no me bastaba tampoco. Comencé a escribir, a pintar, a bailar. Me salí de las escuelas que solamente absorbían mi tiempo y mi creatividad, inclusive las más reconocidas y de arte. No diré nombres. El sentido del arte lo encontré en la frase de Alejandro Jodorowsky, un íntimo maestro; "El arte que no sana, no es arte". Entonces me interesó el chamanismo, el tarot, todo lo relacionado con el misticismo, la magia de la sanación. Decidí comenzar a sanarme, a hacer terapia. Busqué a los mejores maestros hasta que encontré a Osho y sus Sannyasins. Todo el desarrollo de su terapia se enfoca en disolver el condicionamiento de la sociedad para liberar al ser, el alma. No fue cualquier terapia. Después sentí la necesidad de convertirme en un sannyasin, cambiarme el nombre también. Soltar el pasado, integrarlo.
Cada día somos más. Hemos, todos, decidido renunciar a la mediocridad para ir en búsqueda de la verdad. No hay ninguna secta, ninguna tradición. Lo más cercano a esto sería el arte. Ningún sannyasin forma parte de algo, somos solos y entendemos el sentido último de la amistad. Reafirmamos la vida frente a todo. Estamos por todas partes del mundo comunicando este mensaje. Un mensaje de esperanza, comprensión y éxtasis en y por el mundo. Un mensaje religioso sin dogmas ni esclavitud, solamente la experencia basada en la belleza de la vida.
Así ha sido, día tras día crezco y voy regresando a ser yo mismo, el niño que siempre fui, sereno, tranquilo, inocente y confiado, amoroso, compasivo, puro, juguetón y creativo.
Ha sido un camino de muchas lágrimas risas y enojos. De grandes crisis.
Y al fin después de algún tiempo conocí la meditación. Sin la terapia no hubiera sido posible, sin el arte tampoco. Por eso hay que hacer terapia, para conocer la meditación. Para hacerte cada día más sensible y aprender a ir hacia adentro.
La terapia es hoy día para mí, el máximo arte, ya que la humanidad necesita sanar. Decidí mezclar todas las enseñanzas aprendidas y compartirle al mundo este mensaje de amor.
No me considero un terapeuta, más bien intento facilitar un proceso buscando entregarle al mundo mi más profundo regalo; la espiritualidad.